martes, 29 de abril de 2008

Le parapluie


Lo primero que quiero decir es que odio que llueva, que no soporto la lluvia y me ponen de muy mal humor los días grises. Pero también hay que decir que cada vez que llueve o parece que va a ser así hago un tremendo esfuerzo para intentar pensar que es bonito, que vale la pena y que no es un día triste sino un dia especial. Desde luego nada sería lo mismo sin la sensación de poderse refugiar debajo de un paraguas, y si es grande y de colores chillones, mejor. Andar bajo un paraguas me hace sentir protegido, un poco como si yo fuera mi propio refugio, como si dependiera solo de mí el mojarme o no, el cuidarme y taparme del frío. Además los días de lluvia suele hacer viento, y entonces aún te sientes más héroe, agarrando fuerte el paraguas y poniendo disimuladas caras de esfuerzo. Pero los días de lluvia, además del agua y el viento, suelen ir acompañados de música, una música tranquila y suave con olor a humo y piano que te hacen bailar por las aceras, darle vueltas al paraguas y sentir la necesidad de quererse desproteger, guardarlo y empezar a correr por las calles medio oscuras, sin nadie que nos vea. Creo que hay dos tipos de días de lluvia; los que necesitas protegerte y los que no. Dos tipos de días de lluvia; los que llueve y los que no.

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